Miles de personas honran en León la memoria del santo pagano Genarín
Desde entonces sus fieles seguidores, cada vez en más amplio número, recorren las calles del viejo León, aquellas que Genarín frecuentaba a inicios de siglo.
Literatura burlesca y cánticos al orujo acompañan esta singular procesión, el acto más multitudinario y también más polémico de la Semana Santa leonesa.
Las figuras de este desfile son los protagonistas de la historia, que, como si de una procesión religiosa se tratara, tienen sus propias tallas para una cuba de orujo; la muerte que acecha con su guadaña; ‘La Moncha’, una prostituta vieja amiga de Genaro, y el protagonista, agarrado al mismo tiempo a una farola y a una botella de orujo.
La procesión de este año ha variado el recorrido tradicional y aunque ha partido desde Puerta Moneda en lugar de la a Plaza del Grano y no ha concluido frente a la Muralla de León, justo en el mismo lugar en el que Genarín fue atropellado por un rudimentario vehículo que hacía las veces de camión de la basura en aquel León de inicios del siglo pasado, sino ante la escalinata del Archivo Provincial.
Tras una jornada desapacible en León en la que se han suspendido la mayor parte de las procesiones programadas, la lluvia ha dado una tregua y esta celebración pagana ha transcurrido sin incidentes aunque el ‘tirón’ de Genarín ha provocado que a duras penas pudieran circular los pasos por el casco antiguo entre el ruido de los tambores y el humo de las antorchas.
Pan, queso, una naranja y orujo acompañan a la corona de laurel que el «hermano trepador» coloca en lo alto de la muralla en el lugar en el que fue atropellado Genarín, entre consignas y brindis en honor a este pellejero convertido en santo por la cofradía de Nuestro Padre Genarín, que mantiene vivo el mito.
«Y antes de ser declamadas para gloria de este mundo/ siguiéndote en tus costumbres, pues nunca ganasteis lujos/ Bebamos a tu memoria una copina de orujo/ Que fue lo que más chupaste antes de ser difunto», rezan los versos con los que se honra a Genarín.
Un año más ha quedado claro que el insigne y polifácetico bohemio y borrachín leonés sigue levantando pasiones y sus devotos se cuentan por miles.
Y a pesar de sus no pocos detractores, entre los de la capa y caperuzo, Genarín ha vuelto a triunfar en la noche del Jueves Santo con la masiva participación en una procesión pagana ruidosa, bufa y borracha que, aunque a muchos les pese, es una seña de identidad más de los días de la Semana Santa leonesa.
El desfile, organizado por la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, tiene sus inicios en 1930 cuando un grupo de amigos se reunió para revivir las vivencias y lugares del pellejero.
El cortejo lo formaban, con algunos añadidos de ocasión, Francisco Pérez Herrero, mecánico-dentista y poeta de cierta fama; Luis Rico, aristócrata y bohemio; Nicolás Pérez ‘Porreto‘, árbitro de fútbol, y Eulogio, taxista por profesión y coplero por devoción.
Con el tiempo y la tradición fueron conocidos como los cuatro ‘evangelistas’ de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín.
La tradición se perpetúa hoy en día con la comida entre los hermanos, a base de bacalao, sopas de ajo y una naranja de postre en las horas previas a las procesión.
Posteriormente y en los primeros coletazos orujeros, se procede al ‘bautismo’ con aguardiente de los nuevos cofrades.
Tras el hermanamiento que siempre propicia el buen orujo y antes de la medianoche los cofrades se dirige a la plaza del Conde Luna donde el cortejo inicia recorrido.
El ‘santo’ ya descansa, si le dejan, hasta el año que viene a la espera de que haga un nuevo milagro por León, ya que aunque no los hizo en vida muchos de sus incondicionales devotos afirman que hechos extraordinarios sucedieron en su nombre tras su muerte.EFE
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