Anastasio Ortiz: Hombre de Cine Coyanza
¡Milagro, milagro, milagro! Fue el grito unánime en Mayorga de Campos el día en el que el niño Anastasio salió ileso de la caída de grandes portones de madera sobre él cuando perseguía una gallina.
Andaba por los cinco años de edad. Ayudara o no su pequeño tamaño, el hecho es que Santo Toribio de Mogrovejo, el patrón de Mayorga, le protegió de los cientos de kilos de madera maciza que se le vinieron encima cuando estaba a punto de atrapar a la gallina.
Anastasio Ortiz llegó a Valencia de Don Juan de la mano de su hermanastro Eliseo tras comprar éste las propiedades coyantinas del Conde de Oñate y Nájera incluido el Castillo de Los Acuña que tentó en regalar a una noble dama francesa. Don Eliseo abrió comercios, se metió en el negocio siempre seguro de la venta ambulante por los pueblos, vendió telas, trigo, puso pozos de agua potable como el de la plaza que hoy lleva su nombre en 1916.
Anastasio no se quedó atrás y fue en Valencia de Don Juan donde sí atrapó una gallina, pero esta vez de oro: La gallina del desarrollo económico.
Los Ortiz llevaban hasta la Estación de ferrocarril de Palanquinos el cereal en grandes carros hechos en los famosos Talleres de Ponga con tiros de seis caballos.
De allí, el grano se llevaba a la fábrica de harinas de León. Esos transportes eran toda una epopeya y eclosión monetaria para la economía agraria de los campos de Valencia.
El Ortiz que salvó Santo Toribio vio que eso de la harina daba más dinero aún y no lo dudó: Montó yo la fábrica de harinas aquí, en Coyanza. Y así fue en 1930; es el gran edificio que está entre la Ferretería de Guayo La Castellana y la Farmacia de César Ortiz. Avenida Rey Juan Carlos esquina Carretera de Matadeón. La llegada del tren ‘burra’ lo facilitó todo. El apellido Ortiz también da nombre a una fábrica de magdalenas.
FUNDADOR DEL CINE DE VALENCIA
Anastasio, además de explotación agrícola, monte y fábrica de harinas, creó en 1949 con su hija Teresa el maravilloso Cinema Ortiz, que ahí sigue dando estrenos de cine cada semana al mismo tiempo que los de Madrid. Un lujo de dos salas, una en tres dimensiones.
El Milagro de Anastasio, el de los portones, no el económico, que también lo fue, quedó retratado en una obra pictórica de alrededor de 1890 que se puede ver hoy en la Iglesia del santo en Mayorga de Campos.
«Nuestro gran tesoro es el momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo«, dejó escrito el Santo Toribio. Anastasio no perdió su tiempo, tal vez agradecido. REDACCIÓN
PÁGINA CINEMA ORTIZ
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